jueves, 12 de enero de 2012

Informe desclasificado (12): Gran anotación final (segunda y última parte).

Bienvenidos, por última vez, a mi rincón de Blogger. Confío en que, desde la última vez que anoté una entrada, os haya ido a todos lo mejor posible. Y, si no, espero que a partir de este momento todo vaya bien. Sea como fuera, esta es la segunda -y última- parte del último desclasificado. La anotación final debe concluir aquí.

Ahora es cuando toca revisar todo lo aprendido en la primera parte del curso. Esa parte en la que estábamos juntos todos los alumnos de Sanitarios y Laboral. Os he hablado ya, en la primera mitad de este informe, de los compañeros (y compañeras, no sea que Lola me regañe) que han compartido conmigo las experiencias en el máster de docencia. ¿Y qué hemos aprendido? Mejor dicho, ¿qué he aprendido yo? Personalmente, saco unas cuantas conclusiones de este tramo del año académico:

- Que las diferentes procedencias universitarias son divergentes en muchos planteamientos, pero...

- ... Que esa circunstancia enriquece mucho el punto de vista propio...

- ... Que la divergencia, mucho más a menudo de lo que se piensa, se convierte en convergencia...

- ... Siempre que haya madurez y predisposición para alcanzar acuerdos...

- ... Y cuando ves que algunos "gremios" mantienen su elitismo, frente al pluralismo que tú has alcanzado con personas tan diferentes, terminan por dolerte las mandíbulas de tanto reírte de su "cavernicolismo";

- También he aprendido que la profesión del docente es de las más gratificantes, si se sabe llegar al corazón del alumno...

- ... Que ese corazón no se conquista mediante el miedo o la coacción, sino por medio del respeto mutuo, la sobriedad y la profesionalidad...

- ... Que las imposiciones hacen efecto mientras el carácter del sometido sea sumiso...

- ... Pero que tarde o temprano, generan odio y rencor.

Todo esto es lo que he aprendido, más allá de teorías y métodos de enseñanza, investigación o programación. Son lecciones que no proceden de los libros, sino de la razón y de la experiencia de otros que, antes que yo, afrontaron un reto que les pareció -como a mí- apasionante. El tiempo de la sangre y los golpes, la violencia y la rudeza, terminó hace mucho. Ahora toca desaprender lo aprendido, y abrazar nuevas posibilidades, porque el abanico de oportunidades es prácticamente infinito. 

Para finalizar esta reflexión, quisiera citar unas palabras famosas. Y quiero hacerlo porque alguien me dijo una vez, hace mucho tiempo, que siempre habrá otros que lo hagan mejor que yo. "Aunque aspires a ser el mejor entre doscientos millones encontrarás que, en cada esquina, alguien superó también esa marca. Es a esas personas a las que has de emular, porque son las que te harán grande", me dijo. Pues bien, no hay mejor forma de rematar un buen texto, que con una cita. Y ésta es la mía:

“Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que, sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.” 
(Miguel de Unamuno)


... Y finalizo ya, con una aportación propia: incluso sin ser profesores, sin ser docentes, no podemos pasar por alto la meta fundamental de nuestras vidas... Debemos dejar una herencia, un legado, una huella espiritual. Debemos transmitir lo que sabemos a los que vienen detrás. Y todos podemos hacerlo, aunque creamos "que otros nacieron con esa capacidad". Uno no debe aceptar estar encadenado al destino, ni ser dirigido por los genes. Cada ser humano puede elegir el tipo de vida que desea vivir. Lo realmente importante es que elijas tu propia vida y, luego... VIVAS. Yo he elegido brillar con luz propia para alumbrar a otros que me puedan necesitar. 

¿Y tú? ¿Cómo quieres vivir?

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